La Catedral que esconde más historia de la que muestran sus vitrales: Catedral Diocesana de Zipaquirá

En el corazón del centro histórico de Zipaquirá, frente a la imponente Plaza de los Comuneros, se alza una joya arquitectónica muchas veces eclipsada por su hermana subterránea, la Catedral de Sal: hablamos de la Catedral Diocesana de Zipaquirá, una iglesia que no solo representa la espiritualidad de la región, sino que también ha sido testigo silencioso de más de dos siglos de historia.
Una obra que tomó más de un siglo en completarse
La construcción de esta catedral comenzó en 1805, bajo la dirección del arquitecto Fray Domingo de Petrés, el mismo que diseñó la Catedral Primada de Bogotá. Sin embargo, Petrés murió antes de ver su obra terminada. De hecho, la edificación se extendió por 111 años, siendo finalmente inaugurada en 1916 por el arzobispo Bernardo Herrera Restrepo. Esta larga espera permitió que el templo conservara el estilo neoclásico característico de Petrés, fusionando elementos coloniales con detalles arquitectónicos que se mantuvieron fieles al diseño original a lo largo del tiempo.
Testigo de revoluciones y espiritualidades
La Catedral Diocesana no solo ha sido un epicentro religioso; también ha presenciado momentos clave en la historia política del país. Durante el siglo XIX, sus muros escucharon discursos patriotas, confesiones de revolucionarios y hasta sirvieron de punto de observación desde su campanario en tiempos de conflicto. Su interior guarda verdaderos tesoros: un retablo principal elaborado en madera dorada, imágenes sagradas traídas desde España y Quito, y un órgano tubular —uno de los pocos en funcionamiento en Cundinamarca— que sigue acompañando misas y conciertos corales.
Un patrimonio que vive
Ubicada dentro del conjunto monumental de la Plaza de los Comuneros, declarada Monumento Nacional en 1982, la Catedral es parte esencial del circuito patrimonial de la ciudad. Aún hoy, sigue siendo un espacio vivo que mantiene vivas las tradiciones religiosas locales, como las procesiones, las fiestas patronales y las celebraciones litúrgicas más importantes del calendario católico.
Además, esta joya arquitectónica ha sido escenario de múltiples eventos históricos y culturales, incluyendo visitas de presidentes, filmaciones cinematográficas y encuentros eclesiásticos. Es un espacio donde el pasado y el presente dialogan a través de la piedra, la fe y la memoria colectiva.
Una parada obligada en Zipaquirá
Visitar la Catedral Diocesana es detenerse en el tiempo. Es mirar sus vitrales no solo como representaciones bíblicas, sino como ventanas a una historia que se entrelaza con la del país. Si estás en la Ciudad Salinera de Colombia, no dejes de conocer este templo que, más allá de su belleza, guarda un relato profundo, silencioso y poderoso.