Detrás del Apodo 'La Manquita': La Vida de Cecilia González Pizano y su Relación con García Márquez
Era una mujer alegre, culta y con mucha personalidad; tenía una gran inteligencia y excelente capacidad para el arte, fue una intelectual integral apreciada en Zipaquirá. “La manquita” Cecilia González Pizano, usaba prótesis y bromeaba con esta, así como de la vida misma. Llegó a los exigentes cafés de tertulia de Bogotá, donde alternó entre 1930 y 1940 con intelectuales como Andrés Pardo Tovar, Daniela Arango, Luis Vidales, los Zalamea o los de Greiff.
Fue una especie de “madrina” que protegió al Nobel Gabriel García Márquez, entre 1943 y 1946, la época más difícil de su vida, cuando estudiaba en el Liceo Nacional de Zipaquirá. Ella lo relacionó con sus amigos de Bogotá. Tenía cuatro años más que él; había estudiado Bellas Artes en la Universidad Nacional, era pintora, poeta, escribía, recitaba, tocaba piano, bordaba y enseñaba todo eso, sin duda una mujer adelantada para su época.
El Doctor Álvaro Ruiz evoca: “Vivía frente al Liceo, iba allí y hacíamos debates, o recitábamos. Asistía a las clases de literatura del profesor Calderón Hermida; se sentaba en el pupitre con “Gabito”, o conmigo, organizaba tertulias famosas en su casa con intelectuales de Bogotá.” Cecilia fue una mujer aristócrata. Tenía una memoria prodigiosa, quería a los internos del Liceo, pero con Gabo fue especial, le ayudaba en todo.
Una tarde Gabo le mostró una poesía y, a ella que sabía mucho de poemas, le gustó: Está de publicar, dijo; pero ¿quién me la va a publicar?, anotó Gabo. Y ella, premonitoriamente le respondió “Ya verás como te van a publicar todo lo que escribas”.
Cecilia murió cuando caminaba por la Quinta Avenida de Nueva York, donde residió sus últimos años.
Tomado del libro Lo mejor de Zipaquirá de Gustavo Castro Caycedo.
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