La historia oculta detrás de la cruz más grande bajo tierra
A 180 metros bajo la salada tierra de Zipaquirá (Cundinamarca) se levanta un símbolo de fe e ingenio humano: la cruz monumental de la Catedral de Sal.
Lejos de ser un simple elemento decorativo, esta estructura representa siglos de historia, tradición espiritual, trabajo minero y creatividad arquitectónica, convirtiéndose en uno de los patrimonios culturales y turísticos más singulares de Colombia.
Un santuario que nació de la montaña
La historia de la Catedral de Sal está íntimamente ligada a la geología de la región.
La Sabana de Bogotá fue antiguamente un mar interior, y la sal que hoy aflora en Zipaquirá es el resultado de millones de años de transformación sedimentaria.
Esa sal fue explotada por comunidades indígenas muiscas, que ya le atribuían un valor económico y ritual, y más tarde por mineros coloniales y republicanos cuya labor moldeó tanto la economía como la identidad local.
Con el tiempo, dentro de los mismos túneles de extracción surgieron espacios donde los trabajadores levantaban altares improvisados para rezar y pedir protección antes de descender a las galerías.
El deseo de formalizar ese espíritu religioso llevó a la construcción de la primera catedral subterránea, inaugurada en 1954, dentro de una caverna natural adaptada como templo.
Esa obra fue un hito para la región, pero con el paso del tiempo resultó estructuralmente inestable y se cerró en la década de 1990.
La nueva catedral: arquitectura bajo tierra
Ante la necesidad de preservar el valor espiritual y turístico del lugar, se emprendió la construcción de una nueva edificación subterránea más profunda y segura.
En 1995 se abrió al público la catedral que conocemos hoy, ubicada a cerca de 180 metros bajo la superficie y diseñada con criterios modernos de ingeniería, seguridad y estética espiritual.
El nuevo templo fue concebido no solo como un lugar de culto, sino como un recorrido narrativo por la historia de la fe y de la extracción minera.
En su diseño se integraron pasadizos, esculturas talladas en sal, espacios de meditación, estaciones del Vía Crucis y, sobre todo, un punto focal de gran impacto emocional: la **cruz monumental**.
¿Quieres visitar Catedral de Sal con un plan todo incluido?
La cruz subterránea: símbolo de fe y arquitectura
La cruz de la Catedral de Sal es una talla gigantesca que domina el espacio de la nave principal.
Con dimensiones que la sitúan como la cruz más grande bajo tierra en contextos eclesiásticos —midiendo aproximadamente 16 metros de altura— este elemento es el punto culminante del recorrido del visitante.
Lejos de ser una pieza aislada, la cruz está integrada a una secuencia de simbologías:
- Representación del sacrificio y la redención: como en cualquier templo católico y cristiano, la cruz en este contexto subterráneo invita a la meditación sobre la vida y la muerte, pero su escala y ubicación refuerzan la idea de ascenso desde la oscuridad hacia la luz.
- Diálogo con la luz y la roca: la sal, a diferencia de otros materiales pétreos, permite reflejos y tonalidades singulares cuando se ilumina. Las luces cuidadosamente colocadas realzan la presencia de la cruz y crean un ambiente que transmite paz y solemnidad, incluso a quienes no profesan una fe religiosa.
- Coexistencia de arte y naturaleza: la cruz no flota en el vacío. Está integrada a las formaciones geológicas de la mina y a esculturas adyacentes que representan escenas del Vía Crucis y figuras angelicales, generando un panorama que se siente casi cinematográfico.
Proceso de construcción: más que talla, ingeniería
Tallada directamente en la roca salina, la cruz monumental fue producto del trabajo coordinado entre escultores y expertos mineros.
A diferencia de una escultura de museo que se crea en superficie, cada centímetro de esta cruz fue pensado para mantener la estabilidad de la roca que la envuelve, al tiempo que permitiera una presencia visual impactante.
Este proceso implicó no solo técnicas tradicionales de escultura, sino un profundo conocimiento de la física de la sal: su fragilidad, sus vetas, su capacidad de fracturarse si se excede el retiro de material.
Por eso, la estructura no es solo grande por su tamaño, sino también por la precisión técnica requerida para que permanezca estable y segura en un entorno subterráneo.
Un recorrido espiritual y cultural
Si bien muchos visitantes llegan atraídos por la fama internacional de la Catedral de Sal —reconocida por fuentes turísticas oficiales de Colombia y por itinerarios culturales mundiales— pocos esperan la fuerza emocional que emana la cruz.
Está ubicada al final del trayecto principal, después de haber pasado por una serie de escenas talladas que representan las estaciones del Vía Crucis.
La iluminación, el silencio impuesto por la profundidad y la escala del entorno hacen que la cruz no se vea solo con los ojos, sino también con la memoria y las emociones.
Para muchos creyentes, la cruz es un lugar de oración y reflexión;
para los turistas, es una representación magnífica de la capacidad humana de integrar arte, naturaleza y simbolismo espiritual en un solo espacio.
Su valor cultural ha trascendido fronteras, y se ha vuelto un ícono por derecho propio dentro de la oferta turística de Colombia.
Además, es el escenario principal del mapping, una proyección subterránea acompañada de música que deja sin palabras a los visitantes y es una experiencia que no te puedes perder si visitas Catedral de Sal.
Adquiere tus entradas para Catedral de Sal aquí.
La cruz monumental de la Catedral de Sal de Zipaquirá no es solo un elemento arquitectónico, sino una pieza que resume la historia de un pueblo, la fe de generaciones y la creatividad humana frente a los desafíos geológicos.
Esta obra subterránea, tallada a 180 metros bajo tierra, es un testimonio vivo de que los símbolos más poderosos no siempre están a la vista, sino que muchas veces se encuentran en lo profundo —literal y metafóricamente—.
Visitar la Catedral de Sal y contemplar su cruz monumental es más que un recorrido turístico: es una experiencia que fusiona historia, espiritualidad, arte y naturaleza en un mismo espacio y que recuerda que, incluso bajo tierra, es posible encontrar la grandeza.