Mártires de Zipaquirá: ¿Héroes olvidados de la Independencia?

En el corazón de Zipaquirá, donde hoy se levanta un obelisco discreto pero poderoso, se recuerda con solemnidad a seis hombres que, en 1816, fueron ejecutados por soñar con la libertad. Aunque no fueron los primeros en morir por la causa independentista, los mártires zipaquireños forman parte esencial de la dolorosa historia del llamado "Régimen del Terror", una ola de ejecuciones liderada por el general español Pablo Morillo tras la caída de la Primera República.
Una ciudad bajo sospecha
Durante la reconquista española, Zipaquirá fue una de las ciudades que más colaboró con la causa patriota. Desde su ubicación estratégica entre Bogotá y Tunja, sirvió como punto de paso para las tropas insurgentes del Ejército Libertador del Norte. Esta colaboración no pasó desapercibida por los realistas, que, tras retomar el control del territorio, iniciaron una cacería despiadada contra los simpatizantes de la independencia.
El 3 de agosto de 1816, fueron fusilados Agustín Zapata, Luis Sarache, José Luis Gómez, José María Riaño, Francisco Carate y Nepomuceno Quiguarana, todos acusados de traición por haber apoyado, directa o indirectamente, a las fuerzas libertadoras. En algunos casos se les vinculó con el albergue de tropas patriotas; en otros, con el suministro de alimentos o la transmisión de mensajes.
El terror como política
La muerte de estos hombres no fue un hecho aislado. Formó parte de una estrategia más amplia diseñada por el régimen español para erradicar cualquier rastro de rebelión en las provincias del Virreinato del Nuevo Reino de Granada. Fue una época marcada por el miedo, las delaciones, las ejecuciones públicas y la supresión total de las ideas revolucionarias.
Tan solo unas semanas antes, habían sido ejecutados en Santafé figuras emblemáticas como José María Carbonell, Jorge Tadeo Lozano, Francisco José de Caldas y Camilo Torres Tenorio. En este contexto, la represión se extendió también a pueblos como Socorro, Santa Rosa, Tunja y Zipaquirá, donde no había grandes líderes militares, sino ciudadanos comunes comprometidos con la causa.
Un legado que resiste
El fusilamiento de los mártires zipaquireños dejó una huella imborrable en la historia de la ciudad. Hoy, sus nombres están inscritos en un obelisco levantado en su honor, símbolo de una memoria que se niega a borrarse. Cada año, durante la Semana de la Independencia, se les rinde homenaje con ofrendas florales, actos cívicos y recorridos históricos por el centro de Zipaquirá.
Este sacrificio, aunque menos reconocido que el de los próceres capitalinos, nos recuerda que la libertad no se gestó solo en los grandes salones de Bogotá o en los campos de batalla de Boyacá. También se forjó en las plazas de pueblos como Zipaquirá, donde ciudadanos anónimos eligieron la dignidad por encima del miedo.