Los detalles arquitectónicos de Zipaquirá que pocos notan

Zipaquirá, una joya arquitectónica por descubrir
Zipaquirá, con su riqueza histórica y cultural, guarda joyas arquitectónicas que a menudo pasan desapercibidas. Cada rincón de la ciudad refleja siglos de evolución, fusión de estilos y una identidad profundamente enraizada.
La Catedral de Sal: un templo bajo tierra
A 180 metros bajo tierra, la Catedral de Sal esculpida en roca salina impresiona por su espiritualidad y majestuosidad. Diseñada por Roswell Garavito Pearl, combina arte, liturgia y geología. Su cruz de 16 metros y la iluminación que realza las texturas naturales crean una experiencia única de contemplación.
La Catedral Diocesana: elegancia neoclásica en la plaza principal
En la superficie, la Catedral de la Santísima Trinidad y San Antonio de Padua se impone con su sobriedad neoclásica. Diseñada por el fraile Domingo de Petrés y finalizada en 1916, destaca por sus formas armónicas, columnas clásicas y simetría estructural, propias del neoclasicismo, un estilo que buscaba recuperar la grandeza de la arquitectura grecorromana con un enfoque racional y sereno.
Un detalle especial es su reloj, fabricado en Londres y donado en 1874. Ubicado en lo alto de la fachada, este reloj ha marcado el ritmo de la vida religiosa y cotidiana de los zipaquireños durante más de un siglo, convirtiéndose en un símbolo discreto pero cargado de historia.
Arquitectura civil y residencial: una ciudad que narra su historia en cada muro
Zipaquirá también es notable por sus edificaciones civiles y viviendas, que reflejan diferentes momentos de su desarrollo urbano:
- Las casas coloniales, muchas aún en pie en el centro histórico, tienen patios centrales, techos de teja, muros gruesos de adobe y corredores con columnas de madera. Sus fachadas coloridas y zócalos pintados mantienen vivo el espíritu tradicional.
- Durante el periodo republicano, a finales del siglo XIX e inicios del XX, surgieron casas de dos pisos con balcones de hierro forjado, ventanas simétricas y ornamentación más elaborada. El uso de ladrillo cocido, cemento y estructuras metálicas permitió un nuevo lenguaje arquitectónico, influenciado por corrientes francesas y eclécticas.
- El Palacio Municipal (1927–1929) es un gran ejemplo de esta fusión estilística, combinando lo neoclásico con detalles franceses, como sus cúpulas metálicas en forma de escamas y su elegante fachada institucional.
- La Casa del pintor Federico Rodríguez, hoy sede de la Curia Diocesana, muestra una adaptación del estilo renacentista europeo, con su patio claustrado y simetría perfecta.
- En las zonas campestres y barrios periféricos, se encuentran quintas de estilo andino contemporáneo, con techos inclinados, chimeneas, grandes ventanales y materiales como piedra y madera, que armonizan con el clima frío y la vegetación local.
Un patrimonio vivo
Zipaquirá no solo es sal y fe: es también arquitectura, detalles y memoria. Desde sus templos hasta sus casas más humildes, cada estructura cuenta una parte de la historia. Caminar por sus calles es descubrir un patrimonio vivo que sigue transformándose sin perder sus raíces.