La Capilla del Cedro: un rincón sagrado con una historia sorprendente

Capilla del Cedro: la joya escondida de Zipaquirá
Cuando se habla de Zipaquirá, es común que la mente vuele hacia la majestuosa Catedral de Sal o su emblemática plaza colonial. Sin embargo, entre los verdes paisajes sabaneros y a tan solo unos minutos del centro del municipio, se encuentra un lugar igual de asombroso, pero mucho menos conocido: la Capilla del Cedro, un templo que guarda siglos de historia, arte y espiritualidad.
Un origen entre la fe y la devoción
La Capilla del Cedro fue construida en 1928 por la comunidad Claretiana, gracias a la generosa donación de las hermanas Bernal Morales, quienes ofrecieron el terreno para levantar un seminario y un templo en honor a la Virgen del Sagrado Corazón de María. La obra fue diseñada por el arquitecto José Antonio Stouthe, también reconocido por construir la cúpula de la Basílica del Voto Nacional en Bogotá.
El sitio elegido fue el "Alto del Cuncho", en el sector conocido como "Los Baños", un lugar simbólico no solo por su belleza natural, sino porque allí se erguía un imponente árbol de cedro bajo cuya sombra, según la tradición, Simón Bolívar solía descansar durante sus travesías hacia el norte del país.
Una obra de arte hecha templo
Una obra de arte hecha templo
Desde su fachada hasta su altar, la Capilla del Cedro es una verdadera obra de arte sacro. Su diseño en forma de cruz latina, los cruceros y el ábside están acompañados por frescos que evocan la grandeza del arte religioso europeo.
El interior fue intervenido por el maestro José Díaz Nemogal entre 1938 y 1943, quien decoró techos, muros, columnas y altar con frescos que representan ángeles, santos y escenas bíblicas, elevando el templo a la categoría de “Capilla Sixtina de Colombia”. Las molduras fueron obra del artista zipaquireño Manuel Villamil Rendón, añadiendo un elemento local a esta maravilla artística.
Patrimonio para la historia y el alma
La Capilla del Cedro fue inaugurada oficialmente como capilla pública el 15 de agosto de 1945, y en 1996 fue declarada Monumento Nacional por su valor religioso, turístico, arquitectónico y cultural. Su entorno natural, sus acabados y su aura mística la convierten en un destino ideal para quienes buscan más que una simple visita: una experiencia transformadora.
La ruta hasta la capilla es toda una postal. Una escalinata rodeada de balaustradas lleva al visitante desde la carretera hasta el pórtico principal. Aunque la torre aún está inconclusa, el conjunto arquitectónico ya deslumbra por su armonía y detalle.
Un secreto por descubrir
Pocos lugares en Colombia reúnen tanta historia, arte y espiritualidad en un solo sitio. Visitar la Capilla del Cedro es entrar en contacto con la memoria de un país, con la pasión de artistas devotos, y con un legado que merece ser contado y preservado.
Así que la próxima vez que pienses en Zipaquirá, recuerda que más allá de la sal, también hay arte sagrado por descubrir. Anímate a visitar la Capilla del Cedro y déjate maravillar por este tesoro oculto que parece sacado de un sueño.